17 julio 2009

20 veces más grande.


Dicen que una imagen vale más que 1.000 palabras y, muchas veces, es cierto. Imaginar una cosa pequeña 20 veces mayor es más complicado de lo que parece, en realidad imaginarlo no es difícil, lo difícil es hacerse una idea que se aproxime a la realidad. Para que os la hagáis lo más certera posible os pondré unos ejemplos.

Un niño que mida 1 metro tendría prácticamente la altura de un edificio de 7 plantas.

Un teléfono móvil de medida estándar sería como una puerta de las que tenemos en casa. Ponedlo de pié junto a una de ellas y veréis lo que es algo 20 veces mayor.

Una mosca vendría a ser como una paloma. Sin comentarios.

El teclado del ordenador tendría unos 10 metros de largo.

Un bolígrafo Bic puesto de pié no cabría en la mayoría de los pisos, mediría 2,80 de alto.

Un pañuelo de papel, esos a lo que solemos llamar clínex, sería una sábana más o menos cuadrada de 4 metros de lado (16 metros cuadrados de pañuelo en una sola pieza).

Una tarjeta de crédito mediría 1,70 por 1,10. Si pensáis en pagar en efectivo un dato: la moneda de 2 euros tendría un diámetro de medio metro.

Y para hacer lo de la imagen que vale más que tantas palabras arriba tenéis una. Eso que veis es el filamento de una bombilla incandescente de las de toda la vida, en el centro de la fotografía, borroso en su parte superior pero nítido abajo, el fino alambre que lo sostiene para mantenerlo alejado del cristal.

Si el tema os interesa podemos ir viendo diferentes cosas aumentadas esas 20 veces, cosas pequeñas, muy pequeñas… Hasta que las aumentamos.

14 julio 2009

El vídeo de la semana.

Dicen que los hijos son esas criaturas que de pequeños te las comerías y de mayores te arrepientes de no haberlo hecho. Estos 4 elementos no son muy guapos que digamos, pero los puñeteros son realmente para comérselos. ahora quitad la música al final de la página y disfrutad de ellos. Y si al ver el vídeo os dan ganas de intentar ser padres no os alarméis, yo me estoy pensando planteárselo a María. Menuda animación en el faro.

13 julio 2009

Blogueros sin fronteras.


La amiga Meiguiña le ha dado a este blog el premio que veis justo encima de estas letras. Quien me conoce sabe que estos actos no los considero premios sino regalos, primero porque no creo que un blog como este se merezca esos premios y segundo porque el regalo me suena más personal. También saben quienes me conocen que no suelo seguir el sistema y que no suelo dar el premio a otros blogs, pero este premio es diferente, es un premio a blogueros sin fronteras y hablando de personas así hay dos blogs que sin duda alguna se lo merecen muchísimo más que este, estos blogs son Lápices para la paz y África en el mundo (a la izquierda hay enlaces a ambos). Para estos dos blogs el premio, para quienes los llevan mi cariño y admiración.


El viejo farero.

12 julio 2009

Cuando no estés a mi lado.


No fue el primero, por su vida habían pasado ya muchos hombres cuando él llegó, después de marcharse, cuando decidió dejarla, ella siguió buscando el calor de otras camas, de otros brazos.

El hombre solía dormir con una camiseta vieja y descolorida y aquella mañana, desnudos en la cama poco antes de despedirse ella se la pidió. –Te amo, y dormiré con ella cuando no estés a mi lado, será como tenerte cerca cuando me sienta sola y te eche de menos.

Le gustaba a ella que la esperase en la cama, salir del cuarto de baño vestida solamente con una prenda que antes había sido de él y que se la quitase, le excitaba sentirse semidesnuda y deseada.

Un mes de esperas, otra cita, tres citas furtivas, tres hoteles, tres habitaciones diferentes, la misma camiseta cubriendo por unos minutos parte de su cuerpo.

Ella salió del baño con una camisa que la cubría hasta cerca de las rodillas, mangas largas recogidas para dejar al descubierto las manos y dos iniciales en el bolsillo del pecho. -¿Y esta camisa? - ¡Por Dios… Es la que me regalaste! Pero aquellas iniciales no eran las suyas. –Yo te regalé una camiseta, ¿recuerdas?

Se maldijo a sí misma, buscó cien explicaciones, pero no tenía sentido, mejor callar y aceptar la realidad. Cuando regresó a su casa abrió un cajón de su ropero para dejarla y la vio, dormida, doblada, ordenada entre otras camisetas, entre otras camisas. Maldito error. La guardó, era un recuerdo más, un trofeo más.

Conoció el calor de otros brazos, los besos de otras bocas, salió de otros cuartos de baños de otras habitaciones de otros hoteles con otras camisas, con otras camisetas para que otros hombres se la quitasen. Y cada noche que dormía sola en su cama cubría su cuerpo con aquella camiseta descolorida y vieja que una mañana, antes de despedirse, le pidió a él.

07 julio 2009

El ropero.


Una tormenta que ha refrescado el aire esta tarde, y durante la noche una leve lluvia que imitaba la luz de mi faro y venía y se iba a intervalos han tenido la culpa de todo, ellas han hecho que la madrugada sea más fresca de lo habitual en esta época del año, ellas han conseguido que el aire frío que entraba por la ventana medio abierta me despertase.

He perdido el sueño y dispuesto a ver amanecer me he preparado un café, he vuelto a sentir frío y mientras el agua se calentaba y se disponía a teñirse de negro he buscado mi vieja rebeca en el ropero. Me trae a la realidad el sonido del agua que ha hecho magia y se ha convertido en un café humeante, y me sorprendo a mi mismo parado delante de mi ropero, mirando las camisas, los pantalones, con mi rebeca en la mano.

Ha dejado de llover y me asomo al balcón del faro para ver un amanecer que las nubes se han empeñado en retrasar. No tengo prisa, la vida me ha enseñado a no tenerla, no merece la pena. Tomo un sorbo de café y una bocanada de aire fresco me invita sin darme cuenta a buscar mi rebeca. Agradece mi cuerpo el calor que me aporta y mi imaginación vuela y me sitúa de nuevo delante de las perchas y los estantes que sostienen mi ropa. Siento frío en mi alma, un viento húmedo de soledad la deja helada. Ojalá tuviese un ropero donde guardar tus besos, tus abrazos, ojalá pudiese tenerlos ahí y ponérmelos cada vez que siento frío, ojalá no se fuesen como se van las estrellas fugaces. Y yo tengo que cerrar los ojos, e imaginar tus labios rozando los míos, y tus brazos rodeando mi cuerpo…

01 julio 2009

El abuelo de todos los faros.



Lleva casi 2.000 años mirando el mar, combatiendo los vientos y las tormentas, guiando a marineros por una costa a la que por algo llaman la costa de la muerte. Es el único faro de origen romano y el más antiguo del mundo en funcionamiento y en España solamente el de la localidad andaluza de Chipiona le supera en altura.

A la Torre de Hércules, el abuelo de todos los faros del mundo, le han hecho un reconocimiento y a su ciudad, A Coruña, un regalo. Y es que los faros vienen a ser como los hombres, los hay altos, bajos, atractivos, con encanto, sencillos, poco agraciados, jóvenes, viejos... Tienen su imagen, su propio lenguaje que los distingue de los demás, son ellos y todo aquello que los rodea, pero sobre todo, igual que las personas, a todos hay que respetar porque todos son importantes para alguien. Un faro no tiene que ser antiguo, ni alto, ni famoso, ni mandar su luz a 30 millas para ser un faro, de igual modo que una persona no necesita nada de eso, ni triunfar en la vida, ni en los estudios, ni en el trabajo, para ser persona.

Felicidades a los amigos y amigas de Galicia, de A Coruña. Felicidades, abuelo de todos los faros del mundo. Felicidades, faros, estais en la historia y en el Patrimonio de la Humanidad.